Descubre la Cueva de Boquique, en Plasencia: un abrigo del Neolítico y de la Edad del Bronce, refugio de un capitán carlista y destino ideal para senderistas en Valcorchero.

Un enclave único entre historia y naturaleza
Ubicada en el monte Valcorchero, a 580 metros de altitud y a escasos kilómetros de Plasencia (Cáceres), la Cueva de Boquique no es una cueva al uso, sino un abrigo granítico natural con una entrada amplia que conecta con un corredor hasta una segunda salida. Este enclave, integrado en la sierra de Gredos, representa un hito arqueológico y paisajístico de primer nivel en Extremadura.
Su relevancia radica tanto en su historia como en su uso ritual y habitacional desde el Neolítico antiguo hasta la Edad del Bronce. El entorno natural que la rodea, una dehesa protegida, multiplica su valor como destino cultural y ecoturístico.
Hallazgos arqueológicos y cerámica de Boquique
Los primeros vestigios arqueológicos fueron descubiertos en 1873 por Vicente Paredes Guillén. Posteriormente, en los años 70, excavaciones lideradas por Martín Almagro-Gorbea permitieron confirmar ocupaciones humanas desde el Neolítico antiguo (ca. 5000 a.C.) hasta el Bronce final (ca. 1000 a.C.). En el entorno se han documentado una necrópolis, restos de murallas, cistas funerarias y construcciones circulares, aunque algunas estructuras han sido víctimas de expolio.
El hallazgo más relevante es la cerámica decorada con la técnica de «punto y raya», que ha dado lugar a la conocida tipología «cerámica de Boquique». Esta decoración, de carácter simbólico, es representativa de la transición cultural entre el Neolítico y las primeras sociedades metalúrgicas. Su difusión llega hasta la meseta sur y está relacionada con la cultura de Cogotas I.
Necrópolis de cistas en el entorno de la Cueva de Boquique
La dehesa de Valcorchero, donde se encuentra la Cueva de Boquique, alberga también los restos de una antigua necrópolis de tumbas en cista, un tipo de enterramiento característico de la Edad del Bronce. Estas cistas, formadas por lanchas de piedra colocadas en posición vertical y horizontal, configuraban pequeñas cámaras funerarias distribuidas en varias zonas cercanas al abrigo, y se asocian directamente al poblado prehistórico que ocupó la cueva y sus alrededores.
Son tumbas individuales, muchas de ellas expoliadas o deterioradas por el paso del tiempo, que reflejan un uso funerario continuado del territorio desde el Neolítico Final hasta el Bronce Final. Los fragmentos hallados de cerámica campaniforme y otras piezas decoradas permiten situar estos enterramientos entre aproximadamente el 1800 y el 1200 a. C., aunque estas dataciones son orientativas y no siempre se apoyan en estudios estratigráficos exhaustivos.
Aunque no se han encontrado ajuares completos debido a los saqueos, los restos recuperados permiten reconstruir parte del contexto cultural de estas poblaciones. El uso de cistas sugiere un modelo de enterramiento individualizado, aunque por el momento no se puede confirmar si estaba reservado a miembros relevantes de la comunidad, ni si coexistía con otras formas de inhumación colectiva.
Este conjunto funerario, junto con los restos habitacionales y cerámicos del yacimiento, refuerza la importancia del enclave de Boquique como uno de los referentes arqueológicos de la prehistoria reciente en el norte de Extremadura, aunque la información disponible sigue siendo parcial y pendiente de estudios más profundos.
Boquique, entre la historia y la leyenda
El nombre del enclave no procede de la Prehistoria, sino de Mariano Ceferino del Pozo, conocido como «Boquique», un capitán carlista que utilizó este abrigo como escondite durante el Trienio Constitucional y más tarde en 1834, en el marco de la Primera Guerra Carlista. Fue capturado la noche del 5 al 6 de marzo de ese año tras ser delatado, según cuentan, por una señal de humo.
La leyenda popular añade tintes románticos: Boquique habría intentado colgarse en la entrada para evitar su captura, aunque no hay pruebas documentales que lo confirmen. Esta figura ha quedado grabada en la memoria local como símbolo de resistencia y misterio.


Ruta de acceso y entorno natural
Hoy, la Cueva de Boquique forma parte de una ruta circular de baja dificultad, ideal para senderistas y familias. El recorrido comienza junto al hospital Virgen del Puerto de Plasencia, tiene una longitud aproximada de 4 km y puede completarse en unas dos horas. Está señalizado, cuenta con zonas de descanso y atraviesa parajes como la fuente de Guijosa y el paraje del Tío Damián.
El entorno ofrece un espectáculo de biodiversidad: aves rapaces, flora mediterránea y una riqueza geológica singular. La dehesa de Valcorchero está protegida como bien de interés natural, y se integra en la red de espacios naturales de Cáceres.
Conclusión: patrimonio vivo en Valcorchero
La Cueva de Boquique es más que un abrigo: es una ventana al pasado neolítico, una leyenda del siglo XIX y un pulmón verde para el visitante actual. Un espacio que sintetiza historia, naturaleza y cultura popular. Recomendamos su visita como experiencia integral de turismo patrimonial y de naturaleza.