Concebida como una policía moderna para las ciudades, la Guardia de Asalto —oficialmente Cuerpo de Seguridad y Asalto— se convirtió en uno de los símbolos más reconocibles —y polémicos— de la Segunda República. Nacida para mantener el orden sin recurrir al Ejército, su trayectoria estuvo marcada por la tensión política, episodios de violencia y una división interna que reflejó el conflicto de toda una nación.

Orígenes y creación
En los primeros días de la Segunda República, el nuevo gobierno buscaba un cuerpo policial distinto, preparado para el orden público en las ciudades y menos ligado al pasado militarista. Así nació, en abril de 1931, la Guardia de Asalto, impulsada por el ministro de la Gobernación Miguel Maura. Su misión era ambiciosa: sustituir a la Guardia Civil en zonas urbanas, evitar recurrir al Ejército para controlar disturbios y proyectar una imagen más moderna y cercana.

Evolución entre 1931 y 1936
Durante sus primeros años, la Guardia de Asalto amplió su presencia a numerosas capitales de provincia y se especializó en control de multitudes y disolución de disturbios. Participó en la custodia de edificios gubernamentales, en la seguridad de actos oficiales y en misiones especiales como el rescate de rehenes o la vigilancia de transportes de caudales. También estableció procedimientos de coordinación con la Guardia Civil para operaciones mixtas, aunque la relación entre ambos cuerpos fue tensa debido a su diferente cultura interna y a rivalidades competenciales.
Requisitos para los aspirantes
Para ingresar en la Guardia de Asalto, los aspirantes debían cumplir exigencias físicas, educativas y de conducta muy estrictas, recogidas en el Reglamento de 1931:
- Ser ciudadano español y mayor de 21 años.
- Contar con una estatura mínima de 1,70 m, complexión robusta y buena salud acreditada mediante examen médico.
- Poseer buena conducta y carecer de antecedentes penales.
- Haber completado el servicio militar o formación equivalente.
- Aprobar pruebas físicas, de resistencia y de tiro, así como exámenes teóricos sobre legislación y procedimientos policiales.

Organización, jerarquía, despliegue y politización
La estructura interna seguía un modelo jerárquico militarizado: escuadras (8 hombres) se agrupaban en pelotones, estos en secciones, y las secciones en compañías bajo mando de un capitán. Varias compañías formaban un grupo, dirigido por un comandante o teniente coronel. En 1936, según datos del Ministerio de la Gobernación, contaba con 17.660 efectivos repartidos en 16 grupos. Aunque su prioridad era el servicio urbano, también actuó en zonas rurales cuando la situación lo requería.
En cuanto a su politización, nació con la intención de ser un cuerpo neutral, pero informes de la época y testimonios en juicios posteriores evidencian la diversidad ideológica interna.

Uniformes y equipo
Vestían uniforme azul oscuro con gorra de plato, camisa azul celeste y correaje de cuero negro. Armamento: fusiles Mauser 1893, pistolas Astra 400 y 900, subfusiles MP-28 y, ocasionalmente, el modelo «Naranjero». Para control de masas empleaban porras largas y gases lacrimógenos, documentados en operaciones en Madrid y Barcelona según la prensa de la época. Contaban con vehículos ligeros y el blindado Bilbao Modelo 1932, diseñado para entornos urbanos.
Intervenciones y episodios controvertidos
En enero de 1933, la represión de la revuelta campesina en Casas Viejas —confirmada por informes oficiales, actas parlamentarias y cobertura de ABC, El Socialista y Ahora— dejó más de veinte muertos. En octubre de 1934, intervinieron en la Revolución de Asturias y en el levantamiento en Cataluña, como reflejan crónicas de La Vanguardia y archivos militares.
Un episodio clave fue el asesinato del teniente del cuerpo José Castillo el 12 de julio de 1936, documentado en el sumario judicial y en testimonios recogidos por historiadores como Hugh Thomas. Su muerte precedió a la detención y asesinato de José Calvo Sotelo por un grupo en el que había guardias de asalto.
Papel durante la Guerra Civil
Más del 70% del cuerpo permaneció fiel a la República, especialmente en Madrid y Valencia. En ciudades como Zaragoza, Valladolid o Sevilla, parte se unió a los sublevados. Algunos participaron en ejecuciones sumarias y colaboraron con grupos como la Escuadrilla del Amanecer.
Disolución y legado
En diciembre de 1936, se fusionó con la Guardia Nacional Republicana para formar el Cuerpo de Seguridad Interior. Tras la victoria franquista en 1939, fue disuelta, según el BOE de ese año. Este hecho está documentado junto con el destino de sus miembros: algunos fueron integrados en la Policía Armada, otros encarcelados o ejecutados, y muchos exiliados, como recogen archivos oficiales y obras de historiadores como Julián Casanova y Hugh Thomas.
Enlaces de interés
- Wikimedia Commons: Fotografías históricas de la Guardia de Asalto
- Picryl: Imágenes de dominio público sobre la Guardia de Asalto
- Memoria Histórica: Documentos sobre la Guardia de Asalto
- Revista de Historia Militar: Estudios sobre la Guardia de Asalto
- PARES: Archivo histórico sobre la Guardia de Asalto
Bibliografía
- Archivo Histórico Nacional. Fondos del Ministerio de la Gobernación.
- Hugh Thomas, La Guerra Civil Española.
- Julián Casanova, La República y la Guerra Civil.
- Paul Preston, Las tres Españas del 36.
- Revista de Historia Militar, números especiales sobre la Guardia de Asalto.