Anfiteatro romano de Mérida: historia y arquitectura

Situado junto al teatro romano, el anfiteatro romano de Mérida es uno de los monumentos más emblemáticos de la antigua Emerita Augusta. Según inscripciones y estudios arqueológicos del Museo Nacional de Arte Romano (MNAR), se inauguró oficialmente en torno al año 8 a. C., con un margen confirmado entre el 26 de junio del 8 a. C. y el 25 de junio del 7 a. C., lo que coincide con las fuentes epigráficas conservadas. Fue el escenario principal de luchas de gladiadores (munera) y espectáculos con fieras (venationes), convirtiéndose en un símbolo de ocio, poder y propaganda en la Hispania romana.

Vista general del anfiteatro romano de Mérida con la arena y la fossa bestiaria en el centro.
Anfiteatro romano de Mérida – © @eduestellez

Orígenes e inauguración

La ciudad de Emerita Augusta fue fundada en el año 25 a. C. por orden de Augusto como asentamiento para veteranos de las legiones V Alaudae y X Gemina. Apenas dos décadas después, se celebró la inauguración del anfiteatro, según el sistema de datación romano reflejado en epígrafes hallados en la zona y documentado por el MNAR.

Arquitectura y dimensiones

El edificio presenta una planta elíptica con ejes de 126 metros (mayor) y 102 metros (menor). La arena mide 64 por 41 metros. La capacidad estimada —basada en investigaciones y comparativas con otros anfiteatros romanos— es de unas 14.000 personas. El graderío o cavea se dividía en tres sectores: ima, media y summa, separados por pasillos y escaleras.

En el eje menor se ubicaban dos tribunas: la occidental, reservada a autoridades, y la oriental, destinada al editor (financiador del espectáculo). Bajo la arena se encontraba la fossa bestiaria, cubierta por tarimas de madera y arena, con acceso desde galerías subterráneas para la entrada de animales.

Galería abovedada de acceso al anfiteatro romano de Mérida con arcos de piedra y ladrillo.
Anfiteatro romano de Mérida – © @eduestellez

Materiales y técnica constructiva

La construcción combinó opus caementicium (hormigón romano), mampostería y sillares en puntos estructurales. Parte del graderío oriental se apoya en la ladera del cerro de San Albín, aprovechando la topografía para reducir materiales y esfuerzo constructivo.

Intervenciones históricas

Durante siglos, el foso central llevó a interpretar erróneamente el edificio como una naumaquia (escenario para batallas navales). Excavaciones dirigidas por José Menéndez-Pidal a mediados del siglo XX confirmaron su función original como anfiteatro y recuperaron parte de las gradas, vomitorios y tribunas.

Comparativa y singularidad

A diferencia de otros anfiteatros hispanos como los de Tarraco o Itálica, el de Mérida destaca por su proximidad inmediata al teatro, formando un complejo de ocio único en Hispania, y por el uso estratégico de la ladera natural como parte de la estructura.

Gladiador romano recreado, arrodillado con armadura y casco en la mano durante una representación histórica. Emerita Lvdica. Mérida.
Emerita Lvdica. – © @eduestellez

Conservación y visita

Hoy forma parte del Conjunto Arqueológico de Mérida, declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO en 1993. Conserva gran parte de su estructura inferior, accesos y la fossa bestiaria, lo que permite una lectura clara de su funcionamiento. La visita —incluida en la entrada conjunta del conjunto arqueológico— permite recorrer las gradas originales, acceder a la arena y observar de cerca la fossa bestiaria. El recinto cuenta con paneles informativos, reconstrucciones digitales y acceso adaptado para personas con movilidad reducida. Los horarios varían según la temporada y están disponibles en la web oficial de turismo de Mérida.

Además, el anfiteatro cobra vida cada año durante el festival Emerita Lvdica, un evento de recreación histórica que revive la vida y el ocio de la Mérida romana. En este marco se celebran espectáculos de gladiatura nocturna, entrenamientos gladiatorios infantiles y recreaciones históricas con la participación de grupos especializados nacionales e internacionales, convirtiendo el monumento en un escenario vivo que conecta al visitante con su pasado.


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