En sus inicios no fue un objeto prohibido ni mucho menos. La Ouija nació como una curiosidad de salón, un tablero que aparecía en reuniones sociales de finales del siglo XIX, cuando el espiritismo estaba de moda y la sociedad buscaba nuevas formas de comunicación con lo desconocido. Con el tiempo, se transformó en un icono cultural rodeado de misterio.

Orígenes lejanos
Aunque el tablero moderno se patentó en Baltimore en 1891 (solicitud presentada en 1890), la idea de usar superficies con letras para intentar recibir mensajes tiene raíces más antiguas. En la China de la dinastía Song (960–1279), ya se documentaba una práctica llamada fuji, que consistía en «escritura automática» con la ayuda de un puntero. Siglos después, en la Europa del siglo XIX, el auge del espiritismo popularizó pequeños dispositivos similares a las tablas parlantes.
El nacimiento de la Ouija moderna
En 1886, periódicos de Ohio ya hablaban de tablas con letras empleadas en campamentos de médiums. Cinco años más tarde, el abogado Elijah Bond registró la patente de un tablero con alfabeto, números y las palabras “yes”, “no” y “goodbye”. Según la leyenda, fue una médium quien preguntó al propio tablero cómo debía llamarse, y este deletreó: O‑U‑I‑J‑A.
El nombre quedó, y la Kennard Novelty Company comenzó a fabricar el invento. Poco después, en 1892, la empresa se reorganizó como Ouija Novelty Company y puso a William Fuld al frente. Él se convirtió en el gran promotor del tablero, al punto de ser recordado como su creador popular.
Auge y consolidación
La Ouija acompañó el clima espiritualista que siguió a la Guerra Civil estadounidense y la Primera Guerra Mundial. En un tiempo de duelo colectivo, muchas familias encontraron en las sesiones una forma de esperanza o consuelo.
En los años veinte y treinta, la Ouija ya se consideraba un juego de salón común, presente en reuniones como pasatiempo curioso. Décadas después, en plena segunda mitad del siglo XX, Parker Brothers adquirió los derechos en 1966 y en 1967 vendió más de dos millones de tableros, superando incluso a juegos clásicos como Monopoly.
Un objeto que nunca desaparece
La Ouija ha atravesado modas, cambios culturales y generaciones. Se le ha dado uso lúdico, espiritual y hasta cinematográfico. Lo cierto es que, pese a sus distintas interpretaciones, se mantiene viva como objeto de intriga colectiva. ¿Es un simple entretenimiento? ¿Un espejo cultural de cada época? Tal vez lo fascinante es que, más de un siglo después, sigue planteando preguntas sin dar respuestas definitivas.
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