En la Hispania convulsa del siglo I a. C., un romano se ganó la fidelidad de pueblos enteros más allá de lo imaginable: Quinto Sertorio. Su secreto no fue solo la estrategia militar, sino su capacidad para encajar en una tradición indígena de lealtad absoluta y casi sagrada: la devotio celtibérica.

Fides y devotio: dos mundos de lealtad
Para los romanos, la fides era un valor central: significaba confianza, cumplimiento de pactos y lealtad entre aliados. Era un principio moral, político y religioso que sostenía las clientelas y las alianzas. Un hombre o un pueblo fideles eran aquellos que mantenían la palabra incluso en circunstancias adversas.
La devotio, sin embargo, era otra cosa. En Roma designaba un acto heroico y religioso: el sacrificio personal del magistrado que se entregaba a los dioses ctónicos (dioses del inframundo) para salvar al ejército, como el célebre Decio Mus narrado por Livio. Pero en Hispania adquirió un sentido propio: los guerreros se consagraban a un jefe y juraban no sobrevivirle. No era solo lealtad contractual: era una consagración vital y sagrada.
Las fuentes clásicas de la devotio ibérica
Autores antiguos nos transmiten con claridad esta costumbre:
- Valerio Máximo afirma que para los celtíberos era nefas sobrevivir al caudillo por cuya salvación habían entregado su vida.
- Servio, comentando a Virgilio y citando a Salustio, explica que los celtíberos se consagraban a sus reyes y rehusaban vivir tras su muerte.
- César, en su Bellum Gallicum, describe a los soldurii aquitanos, compañeros que compartían hasta el final la suerte de su patrón, un paralelo céltico directo.
En todos los casos, la lógica es la misma: la vida del guerrero está atada a la de su líder. Las fuentes la presentan como un deber sagrado: sobrevivir al caudillo era nefas.
En la bibliografía moderna suele hablarse de “devotio ibérica” o “celtibérica”, rótulo historiográfico: las fuentes antiguas describen la práctica, pero no usan esa etiqueta.

Sertorio y el juramento de los hispanos
Las fuentes antiguas atribuyen la devotio de manera específica a los celtíberos, como recogen Valerio Máximo y Salustio (a través de Servio). En el caso de Sertorio, Plutarco y Apiano hablan en general de los pueblos hispanos que lo siguieron, sin precisar etnias concretas. Es probable que entre sus partidarios hubiera comunidades celtibéricas que aplicaran esa forma de juramento sagrado, aunque también participaron lusitanos y otros grupos de Hispania.
Plutarco y Apiano coinciden en destacar que Sertorio se ganó la adhesión sincera de las comunidades hispanas. No solo las integró en su ejército, sino que respetó sus costumbres, educó a sus hijos en Osca y gobernó con justicia. Para muchos iberos, él encarnaba mejor la fides que los propios gobernadores enviados desde Roma.
Pero la relación fue más allá. La práctica de la devotio explica por qué sus aliados hispanos lo acompañaron hasta el final, manteniendo una lealtad extrema frente a Pompeyo y Metelo. Sertorio no fue solo un general romano rebelde: se convirtió en el caudillo al que los guerreros hispanos se consagraban en vida y en muerte.
Entre la lealtad y la consagración
La diferencia es crucial: mientras la fides romana se basaba en el respeto mutuo de la palabra, la devotio celtibérica era un juramento absoluto, de raíz religiosa, que ligaba el destino del guerrero al de su jefe. Esta práctica sorprendió a los autores romanos y fascina a los historiadores modernos, que la señalan como una de las instituciones más características de las sociedades hispanas de la Antigüedad.
En la figura de Sertorio se cruzaron ambos mundos: la fides romana y la devotio ibérica. Gracias a esa mezcla única de fides y devotio, Sertorio pudo resistir casi una década frente a Metelo Pío y Pompeyo. Y en ese pulso imposible, quedó grabado en la memoria como el romano que supo gobernar Hispania de otra manera.

Enlaces de interés
- Wikipedia (español): Devotio ibérica
- Celtica Hispana: La devotio ibérica
- Historias de la Historia: La devotio ibérica, el honor y la lealtad de los pueblos prerromanos
- El País, Babelia: “Sertorio, el héroe que nunca fue español”
- Al Loro: Castra Caecilia (Cáceres el Viejo): campamento romano fundado por Metelo
Nota: Las imágenes de este artículo combinan ilustraciones generadas con fines exclusivamente ilustrativos y una fotografía real documentada.