Partido Republicano Radical: del anticlericalismo al derrumbe político

El Partido Republicano Radical (PRR), fundado en 1908 por Alejandro Lerroux, fue uno de los actores clave de la política española de entreguerras. Su trayectoria condensa las tensiones de la Segunda República: nació con un discurso incendiario, obrerista y anticlerical, alcanzó el poder como fuerza centrista de gobierno y terminó desplomándose bajo el peso de los escándalos.

Alejandro Lerroux en la tribuna, arengando con gesto apasionado ante los diputados. Ilustración artística ultrarrealista inspirada en el Partido Republicano Radical.

Orígenes y anticlericalismo fundacional

El PRR se fundó en Santander, en el Teatro Principal, el 6 de enero de 1908, en torno a la figura de Alejandro Lerroux. Su primera etapa estuvo marcada por el anticlericalismo militante, el rechazo al catalanismo político y una retórica jacobina dirigida a las clases populares. Lerroux atrajo a miles de obreros e inmigrantes que veían en él un tribuno dispuesto a combatir la influencia de la Iglesia y de la oligarquía. Su arraigo social y propagandístico más fuerte se consolidó en Barcelona, con mítines multitudinarios y prensa propia.

El partido participó en la Conjunción Republicano-Socialista (1910) y en distintas alianzas republicanas, pero la dictadura de Primo de Rivera (1923) interrumpió su avance, forzándolo a la semiclandestinidad.

Camino a la Segunda República

En 1929, una escisión de su ala más progresista dio lugar al Partido Republicano Radical Socialista. A pesar de esta pérdida, Lerroux mantuvo protagonismo y el PRR fue uno de los asistentes al Pacto de San Sebastián (1930), al que Lerroux acudió en representación de la Alianza Republicana, pieza clave en la caída de Alfonso XIII y en la proclamación de la República.

Tras el 14 de abril de 1931, el PRR entró en los gobiernos provisionales, aunque pronto cedió terreno frente a Azaña y los socialistas. Fue entonces cuando inició su proceso de moderación política.

Alejandro Lerroux, Ministro de Asuntos Exteriores de España, sentado en el centro durante una visita diplomática en París en la década de 1930, fotografía de prensa de la Agence Meurisse, dominio público.
Alejandro Lerroux en visita diplomática en París, años 30 – Wikimedia Commons

De la izquierda radical al centro liberal

El partido dejó atrás parte de su discurso anticlerical, populista y anticatalanista para presentarse como una fuerza centrista y liberal, dispuesta a mediar entre los polos ideológicos de la República. Esta transformación le permitió ocupar un espacio propio en el electorado, aunque a costa de perder militantes y aliados republicanos más radicales.

El bienio radical-cedista

Las elecciones de 1933 otorgaron al PRR un papel decisivo: aunque la CEDA fue la fuerza más votada, el presidente de la República, Niceto Alcalá-Zamora, encargó a Lerroux la formación de gobierno. Nació así el bienio radical-cedista, con gabinetes liderados por los radicales y apoyados parlamentariamente por la derecha católica.

Este período estuvo marcado por la insurrección de octubre de 1934, la suspensión del Estatut de 1932 y de la Generalitat, y un giro hacia políticas de orden que erosionaron la base popular del partido. Además, figuras relevantes como Diego Martínez Barrio —que rompió con Lerroux en mayo de 1934 para fundar el Partido Radical Demócrata y luego Unión Republicana en septiembre de ese año— o Clara Campoamor —que se desvinculó en 1934— abandonaron las filas radicales.

Escándalos y derrumbe

El prestigio del PRR se desplomó con dos escándalos de enorme repercusión:

  • Caso Straperlo (1934–1935): un caso de sobornos ligados a la legalización de una ruleta eléctrica que salpicó a dirigentes radicales e incluso a familiares de Lerroux.
  • Caso Nombela (1935): fraude en la administración de fondos coloniales en Guinea, que terminó por hundir la credibilidad del partido.

Ambos episodios provocaron la salida del PRR del gobierno, la ruptura con la CEDA y la disolución de las Cortes.

El final del radicalismo

En las elecciones de febrero de 1936, el triunfo del Frente Popular relegó al PRR a la irrelevancia. Durante los primeros meses de la Guerra Civil, en 1936, el partido se desintegró de facto y Lerroux partió al exilio. El radicalismo había desaparecido del mapa político español.

Balance histórico

El Partido Republicano Radical fue, en sus inicios, un movimiento populista, anticlerical y anticatalanista con gran capacidad de movilización. Sin embargo, su giro hacia el centro liberal lo dejó sin base ideológica clara. Cuando los escándalos golpearon su estructura, carecía del respaldo social y político para sobrevivir. Su historia ilustra tanto la fragilidad de los proyectos de centro en contextos polarizados como los riesgos del oportunismo político.

Ilustración con el escudo del Partido Republicano Radical sobre fondo verde. Versión cuadrada.
Emblema recreado del Partido Republicano Radical – © @eduestellez

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Nota: La ilustración principal que acompaña este artículo han sido generada y editada con fines exclusivamente ilustrativos.