Lo vi flotar a contraluz como si el campo respirara en silencio. Dos cintas largas seguían su vuelo lento, y yo, con la cámara preparada, contuve el pulso. En cuanto el Nemoptera bipennis se posó en una flor diminuta, supe que la imagen no iba a regalármela: iba a pedirme paciencia.

Un duende suspendido en el aire
En vivo, este neuróptero (Neuroptera, Nemopteridae) no parece real. Las alas anteriores son vidrieras finísimas; las posteriores, larguísimas, caen en dos “cintas” que ondulan con la brisa. Vuela bajo, con una parsimonia que engaña: cualquier paso brusco y desaparece. Los adultos visitan flores y se alimentan de polen y néctar, lo que explica por qué sus apariciones coinciden con el estallido primaveral. Su distribución se concentra en la Península Ibérica y alcanza el sur de Francia, con citas en Marruecos.
El baile y el encuadre
Su vuelo lento invita a seguirlo, pero fotografiarlo exige calma. Este insecto no se captura a ráfagas: se espera. Primero conviene observar dónde repite posadero —inflorescencias pequeñas, planas, que le ofrecen pista de aterrizaje— y solo entonces avanzar, milímetro a milímetro. Conseguir estar a pocos centímetros de él, con una profundidad de enfoque mínima, requiere paciencia y control del propio pulso. La luz lateral revela la venación y hace brillar las alas como un velo luminoso; el fondo, si se busca distante, se licua en un bokeh (desenfoque del fondo) que separa al duende del matorral. La dificultad es justa: hay que decidir qué contar en cada foto —¿la trama moteada del ala anterior o la curva de las cintas?— y apostar por el plano más expresivo.

La paciencia como técnica
A este protagonista se le ve poco tiempo y en lugares muy concretos: ambientes abiertos, secos, con vegetación baja, a menudo sobre suelos calizos. La ventana de adultos suele concentrarse entre finales de primavera y comienzos del verano, con variaciones según la región y el año: un breve paréntesis que refuerza la sensación de estar ante un ser fugaz. Por eso, el mejor recurso no es un parámetro de cámara, sino la espera. Acercarse requiere pausas largas, detenerse cuando el viento sube y moverse solo cuando el insecto vuelve a “perdonar” la distancia. Respirar antes de enfocar ayuda más que un trípode. Y cuando llega la calma, cerrar uno o dos pasos ofrece nitidez en el ojo y la base del ala, sin perder la plasticidad del fondo.
Retratar lo invisible
La fotografía revela detalles que a simple vista se escapan: granos de polen adheridos al rostro, la mecánica precisa con la que “peina” la flor, ese instante en que limpia las patas anteriores y aprovecha hasta el último polen. Saber que los nemoptéridos son auténticos visitantes de flores cambia la mirada: merece la pena buscarlos en compuestas y umbelíferas pequeñas, en ángulos que permitan ver la cabeza al trabajar dentro de la corola. Cada disparo cuenta un pedazo de biología.
Dónde está el duende (y cómo acercarse sin romper el hechizo)
Su distribución se concentra en la Península Ibérica y alcanza el sur de Francia; hay citas documentadas también en Marruecos. No abunda, pero donde aparece suele repetir escena si el hábitat se mantiene. Por eso, antes de pisar el terreno es mejor bordearlo: los suelos frágiles y la vegetación baja sufren al primer tropiezo. Si se asusta, no conviene correr tras él; basta dar un rodeo, esperar la calma y quedarse quieto. A veces, la mejor foto llega cuando se decide no insistir.
Una vida que también sucede bajo tierra
La magia aérea dura poco. Bajo nuestros pies, las larvas excavan y probablemente se comportan como mirmecófilas/mirmecófagas, con desarrollo prolongado (hasta dos años) y pupación en un capullo esférico de seda con granos de arena, enterrado. Saberlo cambia el tono de la salida: al fotografiar al adulto, pienso en lo que no veo… y piso con más respeto.
Un resumen en imágenes
Este artículo se acompaña de una pequeña serie fotográfica lograda en distintos encuentros. Cada imagen captura un instante irrepetible: el posado delicado sobre una flor, la transparencia luminosa de las alas o el movimiento pausado de las cintas en el aire. Con paciencia y repeticiones, se fue componiendo un retrato plural de este duende, tejido a base de encuentros breves que la cámara logró conservar.
Ética de campo: sumar belleza sin restar vida
En cada disparo queda atrapado un instante de aire y fragilidad. El duende de alas de cinta nos recuerda que la belleza se sostiene en un equilibrio delicado. El Nemoptera bipennis es un tesoro mediterráneo. Si lo encontramos, es recomendable dejarlo como estaba: sin manipular posaderos, sin perseguirlo por inercia, sin arrasar el pasto. La foto perfecta es la que no delata nuestra presencia: la que se hace con el paisaje, no a costa de él.


Enlaces de interés
- European Journal of Entomology: Mouthparts and feeding behaviour of Nemoptera sinuata (base funcional para la familia)
- Heteropterus Revista de Entomología: Los nemoptéridos y crócidos de la Península Ibérica (Insecta: Neuroptera: Nemopteridae, Crocidae)
- Lacewing Digital Library (Texas A&M): Nemoptera bipennis – Species Catalog
- Wikipedia (es): Nemoptera bipennis
- Observation.org: Iberian Spoonwing – Nemoptera bipennis
- Edu Estellez: Aproximación y macro