Dolmen del Mellizo: un monumento megalítico excepcional en Valencia de Alcántara

El Dolmen del Mellizo, también conocido como Anta de la Marquesa o Data III, es uno de los ejemplos más imponentes de la arquitectura megalítica peninsular. Ubicado en un paisaje granítico de excepcional belleza, este sepulcro neolítico no solo destaca por su buen estado de conservación, sino también por su valor arqueológico e histórico. Su estudio ayuda a entender las creencias, técnicas constructivas y vida ritual de las comunidades que habitaron el suroeste ibérico hace más de 5.000 años.

Imagen lateral del Dolmen del Mellizo mostrando su estructura granítica y entorno natural en Valencia de Alcántara.
Dolmen del Mellizo – © @eduestellez

Qué es el Dolmen del Mellizo

El Dolmen del Mellizo es una tumba megalítica de tipo anta, construida en granito durante el Neolítico final o el Calcolítico (aproximadamente entre los milenios IV y III a.C.). Forma parte del conjunto de dólmenes de Valencia de Alcántara, declarado Bien de Interés Cultural desde 1992, y se integra en la conocida Ruta de los Mellizos, un itinerario que conecta varios monumentos funerarios próximos, como Dolmen de Data I, Dolmen de Data II o el Dolmen de Cajirón.

Características arquitectónicas

La estructura conserva ocho ortostatos de granito que conforman una cámara de planta oval de unos 3,0 x 3,6 metros y 2,5 metros de altura. Uno de sus elementos más llamativos es la gran losa horizontal que aún cubre la cámara: un hecho excepcional en el contexto dolménico extremeño.

El acceso se realiza mediante un corredor corto con restos de ortostatos y un umbral elevado que comunica con la cámara. En su origen, todo el monumento estuvo cubierto por un túmulo de tierra de aproximadamente 15 metros de diámetro.

Vista frontal del Dolmen del Mellizo con su característica losa superior ovalada y ortostatos inclinados.
Dolmen del Mellizo – © @eduestellez

Excavaciones e historia del estudio arqueológico

Aunque ya fue citado en el siglo XIX por autores como Romero de Castilla, su primera excavación sistemática tuvo lugar en 1985, a cargo de la arqueóloga Primitiva Bueno Ramírez. En ella se hallaron fragmentos de cerámica, puntas de flecha y otros objetos del ajuar funerario. Estas evidencias confirman el uso ritual y colectivo del dolmen.

Durante el siglo XX, investigadores como los Leisner, Almagro Basch o Diéguez contribuyeron a su catalogación. Las actuaciones más recientes han venido de la mano de la Junta de Extremadura, que ha intervenido para su consolidación y puesta en valor.

Entorno y valor patrimonial

El dolmen se encuentra rodeado de un entorno natural de berrocales y afloramientos graníticos que refuerzan su presencia escénica. La ruta que lo conecta con otros dólmenes cercanos está señalizada y puede recorrerse a pie o en vehículo por caminos rurales.

Visitar este lugar en primavera u otoño es ideal, tanto por la belleza del paisaje como por la comodidad climática. Además, su orientación hacia el sol naciente en torno al 1 de noviembre ha despertado interpretaciones sobre un posible simbolismo astronómico.

Tradición popular y leyendas

En la tradición oral de las comunidades rurales extremeñas, los dólmenes como el del Mellizo eran conocidos como “casas de los moros” o construcciones del “tiempo de la morisma”. Esta atribución, aunque anacrónica, es común en muchas zonas del oeste peninsular. Se pensaba que en estos monumentos vivían moros o moras que guardaban tesoros, lo que en algunos casos condujo a expolios y daños provocados por quienes intentaban hallar riquezas ocultas.

En la memoria colectiva, estos lugares se percibían como antiguos y misteriosos, ajenos al linaje directo de los habitantes actuales. Su origen real, anterior incluso a la Edad del Bronce, quedó oscurecido por leyendas que mezclan hechos históricos con mitos persistentes.

Recreación ultrarrealista de antiguos constructores erigiendo un dolmen con cuerdas y rodillos de madera.
© @eduestellez

Contexto poblacional y modo de vida

Las comunidades que construyeron el Dolmen del Mellizo no eran nómadas. Se trataba de grupos agrícolas y ganaderos que habitaban de forma estable en la región, aunque en asentamientos de pequeño tamaño. En la cuenca del Tajo existen evidencias de poblamientos desde el 5000 a.C., con restos de cereales, molinos y uso del granito, lo que confirma una economía sedentaria de base agropecuaria.

No obstante, en las inmediaciones directas de los dólmenes no se han identificado grandes núcleos poblacionales. Esto sugiere que las construcciones megalíticas fueron levantadas como parte de actividades comunitarias puntuales, en las que varios clanes o aldeas dispersas cooperaban para erigir monumentos rituales. Estas construcciones podían tener además una función territorial o simbólica compartida entre distintas comunidades.

Culturalmente, el Dolmen del Mellizo se inscribe en un paisaje megalítico que conecta Extremadura con el Alentejo portugués, reflejando una identidad regional común. En conjunto, el modo de vida de quienes los erigieron era sedentario, aunque sin grandes concentraciones urbanas permanentes.

Religión y simbolismo

La construcción de dólmenes como el del Mellizo refleja una cosmovisión en la que la muerte ocupaba un papel central en el orden social y espiritual. Aunque no se han hallado inscripciones ni textos, la orientación de las cámaras y la monumentalidad de las estructuras permiten inferir un sistema de creencias complejo basado en la continuidad con los ancestros, el ciclo solar y la comunión con la tierra.

La orientación de muchos dólmenes hacia el este, como en el caso del Mellizo, apunta a una posible conexión con el culto solar o el renacimiento. Asimismo, la arquitectura cerrada, oscura y subterránea sugiere un concepto de retorno simbólico al origen, como parte de un ciclo de transformación vinculado a la naturaleza y los ancestros.

Escena hiperrealista de un ritual funerario neolítico dentro de un dolmen, con personas preparando el enterramiento de un difunto.
© @eduestellez

Tumbas colectivas y ajuares funerarios

Estos sepulcros no eran individuales, sino tumbas colectivas, utilizadas durante generaciones por familias o comunidades locales. En su interior se depositaban los cuerpos junto con objetos personales, como puntas de flecha, cuentas, cerámica y útiles de piedra pulida, posiblemente como ofrendas o acompañamientos simbólicos para el más allá.

Los ajuares funerarios hallados en yacimientos similares al del Mellizo incluyen:

  • Vasijas de cerámica decorada o lisa.
  • Cuentas de collar fabricadas en piedra o concha.
  • Puntas de flecha de sílex y láminas talladas.
  • Hachas pulimentadas.
  • Ídolos-placa o pequeñas figuras simbólicas.
  • Restos de hogueras, cenizas o carbones, que podrían estar relacionados con rituales de paso o purificación.

Origen de las comunidades constructoras

Contrariamente a una creencia extendida, las comunidades que construyeron el Dolmen del Mellizo no eran celtas ni pertenecían a pueblos indoeuropeos. Estas estructuras megalíticas fueron levantadas mucho antes, durante el Neolítico final y el Calcolítico (entre los milenios IV y III a.C.), por sociedades agrícolas y ganaderas asentadas en el occidente de la Península Ibérica.

Genéticamente y culturalmente, estas poblaciones estaban vinculadas a la expansión del Neolítico atlántico, con raíces en grupos agrícolas provenientes de Anatolia y Europa occidental. No se trataba de pueblos nómadas ni guerreros, sino de comunidades rurales organizadas que compartían prácticas funerarias, creencias y conocimientos constructivos.

La llegada de los pueblos indoeuropeos, como los celtas o los lusitanos, ocurrió mucho más tarde, durante la Edad del Bronce y la Edad del Hierro. Por tanto, no fueron ellos los artífices de estas construcciones, aunque más adelante ocuparan las mismas tierras y les dieran nuevos usos o interpretaciones culturales.

Perspectiva posterior del Dolmen del Mellizo con vegetación de encinas y muros de piedra al fondo.
Dolmen del Mellizo – © @eduestellez

Un referente del megalitismo peninsular

El Dolmen del Mellizo representa uno de los mejores ejemplos de la arquitectura megalítica en la península Ibérica. Su conservación, su contexto paisajístico y la documentación arqueológica que lo rodea lo convierten en una parada obligatoria para quienes deseen entender el pasado prehistórico del occidente extremeño.


Preguntas frecuentes sobre el Dolmen del Mellizo

¿Dónde está el Dolmen del Mellizo?
Se encuentra en La Aceña de la Borrega, una pedanía de Valencia de Alcántara (Cáceres), cerca de la frontera con Portugal.

¿Cuántos años tiene este dolmen?
Fue construido entre el IV y el III milenio antes de Cristo, por lo que tiene más de 5.000 años de antigüedad.

¿Quién lo excavó por primera vez?
La primera excavación arqueológica fue realizada en 1985 por Primitiva Bueno Ramírez.

¿Qué objetos se encontraron en su interior?
Fragmentos de cerámica, puntas de flecha y restos del ajuar funerario.

¿Es posible visitarlo fácilmente?
Sí, forma parte de una ruta megalítica señalizada, accesible a pie o en coche, con caminos rurales acondicionados.


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